martes, 27 de septiembre de 2011

70.3 Ironman World Championship

Uffff, qué duras son las vueltas de las vacaciones… pero no puedo dejar más tiempo sin contaros cómo fue todo en el 70.3 IRONMAN WORLD CHAMPIONSHIP que se celebró en Las Vegas el pasado 11 de septiembre. Para mí, haber podido estar en algo así es un regalo de la vida, un privilegio. Haberlo compartido con el que ahora es mi marido como parte de nuestra “original” y alucinante luna de miel, un auténtico sueño.



Al final todo salió bien y disfrutamos de un día maravilloso (y un fin de semana, que lo nuestro fue casi una boda gitana jajaja) junto a la gente que queremos en el entorno preciosísimo del valle del Lozoya




El caso es que el martes por la noche ya estábamos en Las Vegas con el objetivo único de disfrutar de la experiencia. Las últimas semanas de entrenamiento tras el Ironman no fueron buenas para ninguno. Sergio arrastra una lesión que a duras penas le ha permitido entrenar y yo he ido cayendo en picado poco a poco, notándome sin fuerzas, sin gasolina, y por más que intentaba remontar y me concentraba en los entrenamientos, solo me ganaba unas buenas pájaras que me quitaban las ganas de intentar hacer algo decente allí. Supongo que esos dos meses de organizar una boda express, preparar un viaje de casi 3 semanas a USA y todo ello entrenando el IM me han pasado factura.

Así que estando así, tampoco te preocupas de cuidarte de cara a la competición, lo que viene traduciéndose en pateadas turísticas maratonianas (que con la turra que hace en Las Vegas desgasta más todavía), muchas emociones fuertes y una alimentación, digamos, no muy apropiada ;-).










Pero con todo y con eso estábamos emocionados pensando en ese día. Ya en la expo, empezamos a paladear lo que es un ambiente triatlético hasta ahora desconocido para nosotros. Era impresionante mirar a nuestro alrededor y ver a toda esa gente con esos cuerpos curtidos por el deporte de competición… en mi vida había visto a tanta chica tan fina, con esas pedazo de patas y con esas pintas de pro… daba miedito. Después tuvimos la suerte de disfrutar de una preciosa piscina al aire libre en Henderson con unas 12 calles todas dispuestas para uso y disfrute del personal. Un lujo.

La disfrutada siguió al movernos a Lake Las Vegas, donde estaba el lago de la natación y la T1 para hacer el reconocimiento del circuito natatorio a cargo de la organización, ocupar nuestra habitación en el magnífico hotel oficial y hacer el check-in de las bicis.





Impresionantes máquinas allí (muchas con la matrícula de Hawaii). Una imagen vale más que mil palabras.




Cena de la pasta (que ya os he dicho que a mi eso de cenar pasta antes de competir me sienta fatal, pero era lo que había y me daba pereza ir a otro sitio), a dormir y al lío. El ambiente antes de la salida es fantástico, todo perfectamente organizado por tandas y, tras el himno de USA (ya sabéis cómo son estos yankis, y más en esa fecha tan señalada), empieza la fiesta. Salimos desde el agua para hacer un recorrido a una vuelta. Somos más de 100 chicas en mi grupo de edad… guau.





Tras sonar la bocina, salen todas a lo loco (o yo muy floja, como siempre) pero me resulta curioso que cada una va “a su bola”… no se juntan para formar grupos. Bueno, para mí mejor, que así voy remontando más fácil. Y así voy haciendo hasta que veo que paso mucho rato en paralelo a una chica y decido no seguir haciendo el tonto y me pongo a sus pies. Buen ritmo, un poco de agobio al empezar a adelantar gente de salidas anteriores (aunque comparado con Cuenca no era nada), pero sin percance salgo del agua haciendo una natación decente (de hecho es lo único en lo que las sensaciones las últimas semanas no eran nada malas).





T1 y a la bici.





Solo conozco el principio del circuito, así que sería una sorpresa, aunque todos decían que era bastante duro. Salida de Lake Las Vegas ”todoparaarriba” al más puro estilo Pálmaces y arriba enganchamos con la carretera al Parque Nacional de Lake Mead. Y así descubriría lo que para mí ha sido uno de los circuitos más alucinantes de bici que he hecho. En pleno paisaje del desierto, con sus tonalidades ocres, sus toboganes continuos, las carreteras serpenteantes de asfalto perfecto que se perdían en el horizonte, a pleno sol,… uffff… disfruté tantísimo que pude sacarle algo de rendimiento a la bici después de este último mes que no iba ni para atrás. Hice los mismos W que en Pescara (153 medios y 167 normalizados, a 30.5 km/h), que no es gran cosa pero más de lo que esperaba. El circuito era duro, porque no había ni un tramo llano, que o subías o bajabas (más subir que bajar), pero no eran cuestas largas ni de quedarse atrancado (aunque sí de quitar plato) y las bajadas no tenían curvas… el perfil era similar al del ICAN Marbella, de los que te bajas con las piernitas tiritando.





Pero aunque no me salió mal del todo (teniendo en cuenta cómo estaba), me adelantó hasta el apuntador (casi 30 chicas de mi AG, y eso que al final recuperé algún puesto)… las piernas de las chicas que me pasaban perfectamente acopladas sobre sus cabras eran todo un espectáculo, así que ni estando en mi mejor momento tenía gran cosa que hacer contra eso más que sentir admiración y un poquito de envidia ;-).

Y llega la hora de correr. En T2 ya paso por primera vez por el WC, que en el IM me vino bien y no volvió a incordiarme, pero aquí ya me notaba un poco hinchada. El calor ya aprieta bastante y es de esos calores que pican en la piel. No voy a profundizar mucho en la carrera a pie porque lo pasé realmente mal. El circuito me pareció demoníaco: 3km para arriba y 3 kms para abajo y así 3 veces. La última milla de la subida era en una carretera sin media sombra, con un asfalto ardiente, en la que llegaba arriba completamente ida y con la mirada perdida mientras me adelantaban triatletas de más de 50 años con una planta y una ligereza corriendo que os aseguro que si hubiera tenido fuerzas las habría hasta aplaudido… espectacular. Y tras las dos siguientes paradas en el WC, ya os podéis imaginar… zombie perdida.





Pero el caso es que tras muuuuuchos minutos de sufrimiento y otros 24 puestos perdidos (69º al final), llegue a meta, a esa meta tan difícil, a esa meta tan especial.








Ese tiempo no es el mío.... aunque por degracia tampoco se alejó tanto, uffff


A tiro hecho me da un poco de pena no haber ido en plenas facultades, en modo competitivo, porque competir con tanta gente de tanto nivel siempre es una experiencia de la que puedes aprender muchísimo y tener sensaciones de “estar en carrera” en una competición así tiene que ser impresionante, pero aún con eso lo disfruté de verdad, y más aún sabiendo que no creo que me vuelva a ver en algo ni parecido nunca más…





Y después, llegaba el turno de seguir honeymooneando con nuestro West Coast Tour… pero eso ya lo dejamos para otro día :-)