martes, 12 de septiembre de 2017

Cpto. de España de Triatlón Valencia 2017

Si hay una competición a la que le tengo el máximo respeto y hace que alcance niveles de tensión altísimos esa es el Campeonato de España de Triatlón(*) en categoría Élite ((*) se pone así, sin apellidos, pero es el de distancia olímpica). Participar y terminar uno de estos fue el primer gran objetivo que me marqué cuando llevaba poco en este mundillo. Fue un objetivo a medio plazo y puse toda la carne en el asador, especialmente para poder dar la talla en la natación, que habiendo empezado a nadar con 25 años no es algo obvio. Como sabéis, aunque ha habido algún año en el que se tuvo que aplicar otro reglamento alternativo para intentar aumentar la participación femenina, típicamente se rige en modo “corredor doblado, corredor eliminado” en el circuito ciclista (que suele constar de entre 6 y 8 vueltas), por lo que sólo poder terminar ya es todo un reto teniendo en cuenta que las primeras suelen ser gente de nivel Olímpico.
 
 
 
En 2008 lo conseguí en Ferrol y lo repetí en otras 5 ocasiones, pero siempre rodando en el último grupo de “no me pillan por los pelos”, así que imaginad la tensión. De hecho casi siempre suelo ponerme enferma los días posteriores, imagino que por el bajón de defensas que me provoca el estrés de ir apretando a muerte mirando constantemente hacia atrás.
 
 Esta foto es de Cangas 2009, pero resume muy bien la sensación de "¡salvada!"
 
 
Aunque me siento una privilegiada por haber podido vivir una competición de este nivel desde dentro, no puedo evitar sentirme un poco “fuera de lugar”, sensación que se ha hecho más fuerte este año teniendo en cuenta que el día previo tuve un día movidito que incluyó unos cuantos kilómetros recorridos con Iria a cuestas (incluyendo un sprint de uso 300m para parar al tranvía en cuyo interior había olvidado mi bolso, glups). Si lo unimos a que tan solo 3 semanas antes me había dejado todas mis fuerzas en el Ironman y que desde entonces apenas había podido entrenar entre la fatiga y la molestia en el pie y la rodilla derecha (que me impidieron correr más de un par de días de 15-20’ desde el IM), estuve pensando si no le estaba faltando al respeto a tan importante cita…
 
 
 
Pero el caso es que allí estaba. Y para más inri, después de haber pasado una noche toledana con dolor de garganta y algo de fiebre (ya imaginaréis, primero Iria, luego Sergio (el pobre también justo a tiempo para su competición) y luego servidora…). Calentamos en el agua, nos quedamos pasmadas esperando en la cámara de llamadas y ya suena la música que hace que se te pongan a mil las pulsaciones… y ¡¡¡moooooc!!!!.
 
Foto Carlos Asensi
Calentando con mi compi Sara que no tuvo suerte mecánica y no pudo terminar
 
 
Voy todo lo deprisa que puedo, defendiéndome en la guerra acuática hasta la primera boya, donde ya parece que se forman los grupos y ya me quedo siguiendo unos pies que movían más agua que una lancha motora. Voy relativamente cómoda pero me pego unos tragos de agua supersalada que hacen que me arda la garganta, pero por lo demás la cosa va sin incidentes y salgo del agua a poco más de 4’ de la bestia de Sara, lo que para mí es una buena natación (y más teniendo en cuenta que no son los ritmos para los que estaba entrenando en los últimos meses, claro) y lo que, una vez más, me pone en la situación de “o aprietas el culo o te doblan” y más sabiendo cómo rueda aquí Sarita y, no sólo es que sean 7 vueltas, sino que además hay un punto en la carrera a pie de “primer corredor, último ciclista” que hace que no te puedas relajar hasta la misma T2.
 

Foto Levante EMV
 
 
T1 bastante mala (en corta distancia hay que entrenar las transiciones como si fuera una disciplina más y obviamente no ha sido mi caso) y calentón al canto para poder pillar a Marina, Barbeito y otra chica que no conocía en los primeros metros de la bici y no quedarme ahí sola en tierra de nadie. Después de estabilizar un poco, ya nos centramos y nos organizamos para ir tirando, y la verdad es que siendo pocas nos organizábamos bastante bien. El mayor peso lo llevamos Marina y yo, pero todas entran a relevar aunque sea un ratito y eso se agradece y más teniendo en cuenta que el viento soplaba con fuerza.
 
Foto Levante EMV
 
 
Vamos cogiendo gente y yo ya no miro si siguen o se quedan, pero seguimos tirando las mismas. Las referencias que nos dan dan bastante miedo… Sara nos viene recortando más de medio minuto por vuelta, a veces casi 1 minuto, así que se masca la tragedia… Tenemos a un grupo grandecillo unos segundos por delante y me centro en intentar engancharlas a ver si así, siendo más, podemos ir un poquito más fuerte.
 

 
Foto AllOn Sport
¡¡Apretando los dientes!!!
 
Finalmente las enganchamos pero, aunque hay gente ahí que andan muchísimo en bici, parece que no se entienden entre ellas y no parece que vayan muy organizadas, así que fundamentalmente seguimos tirando las mismas, con alguna colaboración más, que siempre se agradece, pero sinceramente me sorprende que de 20 o más que seríamos, tan pocas seamos capaces de sentir la tensión y la necesidad de realmente apretar a muerte, que era una cuestión de supervivencia… pero bueno, no voy a juzgar, porque si bien no sentí esa tensión, también puede ser que realmente fueran muy justas y no pudieran o por cualquier otro tipo de estrategia que se me escapa, que tampoco tengo toda la información.
 
Foto Revista Triatlón
 
 Foto Pedro Gª Campoy
 
Afortunadamente, aunque fuera por los pelos, el esfuerzo da sus frutos y conseguimos llegar a la T2, momento de gran felicidad sabiendo que está hecho, que lo voy a conseguir una vez más…
 
Foto Revista Triatlón
 
... aunque esta vez había algo de incertidumbre por saber si mi pie y mi rodilla no me iban a aguar la fiesta, pero siempre confío en que la adrenalina lo compensa todo y, si bien corrí con molestias, pude terminar y a un ritmo más que bueno para mí y más con esas circunstancias, yendo de menos a más y consiguiendo incluso remontar algunos puestos en las últimas vueltas.
 
 
 
Foto Revista Triatlón
 
No puedo terminar sin decir que recordar los ánimos que recibí durante toda la prueba en muchísimos puntos del circuito hace que se me pongan los pelos de punta (mis compis ecosportianos, Iván, Pakillo, Ximo,... mil gracias, de corazón), en especial los de Sergio e Iria (que ya se va enganchando a este mundillo ;-)) y los del jefe Jaime, que teniendo a su otra pupila liderando con ese megacarrerón, lo que podría haber monopolizado su atención y con toda la razón del mundo, no dejó de estar pendiente de mí en todo momento.
 

 
 
Y con esto finaliza mi 7º Campeonato de España de Triatlón en esta categoría (que si me lo dicen hace diez años  pensaría que están de broma) y mi 13ª temporada de triatlón, que lejos de hacer honor a ese número, ha sido absolutamente mágica.
 
Ahora vamos a por un merecido descanso (que mi pie y mi rodilla a buen seguro agradecen) y luego ya se verá…

viernes, 1 de septiembre de 2017

Ironman Copenhague: la crónica

Hace unos meses me apunté al Ironman de Copenhague (un poco in extremis) ya que, tras hacer el IM de Gales y Kona, me apetecía probarme en un circuito rápido para ver hasta dónde era capaz de llegar. Ya en 2012 participé en Kalmar, donde un circuito ideal, una climatología perfecta y un buen estado de forma me ayudaron a llegar en 10:03, por lo que pensar en un sub-10h no era nada descabellado… claro que ahora tengo “algún condicionante extra” que me limita un poco el entrenamiento, pero también es verdad que temporada tras temporada, aunque sea a escaloncitos pequeños, he notado que mi rendimiento mejoraba. Pero lo hablé con el jefe Jaime, que no lo vio imposible, y a ello nos pusimos.

Debido al puzzle tri-familiar, mi periodo de “relativa prioridad” no empezaba hasta mediados de mayo, así que hasta ese momento iba haciendo lo que podía y a partir de ahí, podía subir un poquito más la dedicación pero, como veis en este resumen, con unos número más que discretos (al menos comparados con lo que típicamente se entiende como entrenamiento para Ironman (claro que ahí no se reflejan los 13 años de entrenamiento continuado y estructurado que hay detrás)).



Reconozco que cada vez que rellenaba una semana en la tabla y veía los números, me daban los siete males, así que llegué un punto que decidí no mirar datos y centrarme únicamente en mis sensaciones, que cada vez eran mejores, y en los buenos entrenamientos que me estaban saliendo. En la piscina parecía que había incluso subido un puntito más, en la bici me encontraba fuerte, como mínimo manteniendo el nivel que alcancé preparando Gales, y en carrera a pie los ritmos estaban saliendo unos 10”/km mejores que el año pasado, que ya mejoré también, así que me encontraba preparada para, al menos, intentar el objetivo.

Mucha gente me preguntaba por Kona, pero realmente no es algo en lo que quería pensar en ese momento. No era el objetivo, pero si se daba la situación, pues ya veríamos…

Tras unos primeros días de vacaciones de verano familiares, viajamos a Copenhague con toda la ilusión, pero ya con un poco de preocupación por las previsiones meteorológicas. Jaime siempre dice que no gaste energía en eso, pero no lo puedo evitar… ¿qué ropa me pongo?, ¿me cambio en las transiciones?, ¿pongo las tapas-lenticular?, ¿y si pincho con las dichosas “flint stones” (como las llamaron en la reunión técnica) que se levantan con la lluvia??. Y esas dudas me perseguirían hasta el mismo día de la prueba…



…que entre los mil preparativos y demás ya ha llegado. Me coloco sin problema en el cajón de natación de  “gorros rojos < 1h” y nos van dando la salida de 6 en 6 cada 5”. Y esto del Rolling Start es un jaleo para luego saber cómo vas (que, total, yo siempre voy empanada…), pero para nadar es gloria bendita. Tras unos segundos nadando sola, ya se van formando los grupos sin ningún tipo de violencia de por medio ;-), lo que unido a que la laguna tiene agua clara (y una vegetación submarina más que importante, que me dio más yuyu el día que fuimos a probar el agua que el mismo día de la prueba), calmada y con buena visibilidad, hace que, aun nadando a un ritmo fuerte, vaya muy cómoda, lo que hizo que saliera del agua en algo más de 56’. Vamos bien.



La T1 fue complicada (y leeeenta). Ponerse los calcetines y los manguitos mojado y con las manos frías nunca es tarea fácil, pero, aunque en ese momento lucía el sol, sabía que no iba a ser así todo el día, así que había que prevenir.

Ya en la bici, comienzas con un tramo de enlace a un bucle al que hay que dar 2 vueltas. Yo siempre me tomo los primeros 10kms con muchísima calma, tratando de entrar poco a poco en el pedaleo, la respiración, la posición, sin comer ni beber nada (* más de uno se llevará las manos a la cabeza por esto, pero es muy importante dejar asentarse el estómago antes de meter nada, especialmente si es agua salada y hemos podido tragar algo) hasta que me encuentre más estable. Ese tramo era realmente pestoso, con mucho giro, agujeros en el asfalto, zonas de obras, pasillos entre edificios que montaban corrientes de aire que te tiraban… muy incómodo.


Ya llegando al bucle, la ida hacia el norte es una gozada. Buen asfalto, muy llano, pegado a la costa y un viento que por esta vez pegaba desde atrás, así que a chupar acople y a pedalear!. Pero claro, este tramo no es muy largo y luego giras y empieza un recorrido por la campiña danesa, con un asfalto terrible, continuo subeybaja, giros y más giros… y todo esto con un ventarrón de cara y a veces lateral que en un giro me sacó del carril y por poco no acabé empotrada en una furgoneta que venía de frente. Uffff.



A ratos sale el sol, pero el viento viene frío y esa zona es muy sombría, así que me estoy quedando fría e, imagino que promovido por ello, me empiezo a hacer pis y no soy capaz de “aliviarlo” en marcha (con perdón), así que me toca esperar casi 20kms hasta el siguiente avituallamiento para ir al WC (que, aunque parezca absurdo, estas cosas me desconcentran bastante). Ahí se van unos segundos/minutos importante, pero no había otra solución. Luego vi que además me había adelantado otra chica que ya adelanté antes y tuve que volver a adelantar que luego supe que era Mireia.


Ya es el km80 y veo que voy a 156w medios, así que decido que tengo que levantar un poquito el pie, que mi plan era hacer 148-150w (normalmente hago 141-144w, pero supuestamente era un circuito rápido, así que al tardar menos…). Sabiendo que podía correr bien, no quería hipotecarme en la bici.



El viento es insoportable y, además, aunque tiene muchas ventajas, el salir delante y nadar rápido hace que vaya muy sola en la bici, porque los que me adelantan lo hacen a un ritmo claramente muy superior al mío, así que no me sirven de referencia. Se hace duro… pero por si esto no fuera suficiente, ya en el siguiente bucle, hacia el km100, me cae una chupa de agua espectacular. Voy calada hasta los huesos así que, cuando llega el giro y me viene todo el ventarraco, me quedo congelada. Menos mal que a ratitos asomaba un poco el sol y me calentaba un poco, pero luego volvían las nubes y otro chaparrón… y luego otro (aunque más suaves). Benditos manguitos y cubre-zapas, pero aún así voy tan helada que hasta me duelen las manos. Menos mal que en el último tramo ya empecé a ir con más gente alrededor, entre ellos un chico del Triatlón Sanse que fue buena referencia hasta la T2.



Durante la bici, como siempre, mi único alimento fueron geles rebajados con agua en un bidón, con un total de 300gr de HC (y casi que al final fui un poco justa… para "la próxima" echaré 50gr más).  Al final llegué con 149w (2.7w/kg) y 0.72IF (que supusieron casi 5h30’), así que cumplo con el plan religiosamente ;-).

La T2 era dentro de un parking y estaba perfectamente organizada, lo que ayudaba a hacerla muy rápido… salvo si tienes las manos como muñones por el frío y los pies hechos una pasa. Otros cuantos valiosos minutos gastados ahí (además de otro paso por el WC, que la vejiga con el frío se ve que se me contrae jeje). Pero arranco a correr con la alegría de ver que he completado la bici sin percances mecánicos y con las ganas de comerme el Mundo en el maratón.




No tengo ni idea de cómo voy de puesto de la general ni en mi grupo, pero intuyo que no voy mal, ya que me han pasado pocas chicas en la bici (dos de ellas como auténticas balas y otra más jovencita a la que llevan bien pegada a la rueda otros dos chicos en lo que parece un movimiento totalmente planificado que me cabrea muchísimo).


La maratón consiste en 4 vueltas y media, muy céntrica, con algunos tramos de adoquines y bastante llana (salvando algunos puentes que hacían pupita). Como siempre, los 2-3 primeros kilómetros centrándome solo en coger frecuencia de zancada, estabilizando respiración y con el freno de mano echado. Una vez pasan, ya voy entrando en “el túnel”, encontrándome muy ágil, tanto que en esa primera vuelta tengo que ir frenándome para no ir por debajo de 4:35/km, que luego lo podía pagar. 

Adelanto a dos chicas y me adelanta otra que veo que es de mi grupo y a ella que me pego. La aguanto unos kilómetros hasta que ella pierde fuelle y le vuelvo a pasar. Buena señal.

 ¡¡Sonríe y aprieta!
 
Es la primera vez que voy mirando el ritmo por kilómetro en el Garmin en una competición. No había hecho muchos cálculos de tiempo, pero sabía que podía bajar de 3h30’ (mi anterior maratón más rápido fueron las 3h36’ de Kalmar) y las tiradas largas las había hecho en tormo a 4:40’/km, así que mientras rondara ese ritmo al menos hasta el medio maratón, no me iba a preocupar. Lo que no hago es mirar el tiempo total de carrera. Con esa bici más lenta de lo que preveía por ese día de perros y esas lamentables transiciones, probablemente se me iba a escapar el sub-10, así que no quería agobiarme y condicionarme… quería hacer una buena carrera y terminar satisfecha, sabiendo que mi rendimiento ha sido el tope que podía ser.

Me encuentro realmente bien, con la única salvedad de que el pie derecho me duele bastante. La inserción del tensor de la fascia plantar en el talón me ha dado algo de guerra las últimas semanas, pero sabía que no iba a ser limitante para el Ironman, aunque seguramente luego terminara medio coja una temporada. Hacia el medio maratón el dolor es bastante fuerte, así que decido hacer uso del botiquín de emergencia del Fuelbelt, que además de las dos botellitas con 100gr de HC de geles en cada una, un par de compeeds, kleenex, y un par de geles extra, llevo omeopreazol y antiinflamatorio, así que me los tomo, no sin cierto miedo de ver qué tal sentaban al estómago, que siempre intento evitar estas cosas.


Y efectivamente sientan “regulín”, pero se pasa en un par de kilómetros y parece que baja un poco la intensidad del dolor del pie, así que sigo apretando. Voy bien, pero las piernas cada vez duelen más y más. Sergio me anima y me da fuerzas para seguir apretando los dientes a pesar de ese dolor que va en aumento (de hecho en lo único que pensaba era en el siguiente punto en el que le iba a volver a ver, que era lo que me daba alas!). Me adelanta una chica que luego supe que era Mireia, que hemos ido casi toda la carrera mano a mano, pero en esta ocasión no era mi ritmo y la dejé ir.

Las 1,5 últimas vueltas a pie se hacen realmente complicadas, porque hay mucha densidad de gente ya en el circuito y hay tramos realmente estrechos, así que voy zigzagueando como puedo, con unos cambios de ritmo que no es lo que mejor me viene en esos momentos. En todo el circuito hay público y mucho ambiente, y eso ayuda, pero los ánimos de Sergio me dan alas. Me dice que la tengo a tiro (“¿tener a tiro?, ¿a quién?, ¿a una chica?, ¿el sub-10?”… yo como siempre empanada, en mi túnel y a mi rollo). 



Es impresionante lo que puede aguantar el cuerpo humano si la mente le empuja con fuerza. Todo mi empeño era en que no me subieran los kilómetros de 5’/km y, aunque algunos se me fueron (muchos porque los avituallamientos ya eran más complicados con el atasco, igual que correr entre tanta gente), conseguía mantener más o menos el ritmo con bastante solidez. Sabía que estaba haciendo una buena maratón, pero nunca imaginé que tan tan buena!! (ni yo, ni Sergio ni Jaime… ni nadie seguramente jeje)

A falta de 2-3 kilómetros ya sacaba las fuerzas de no sé dónde y apreté a muerte... y cuando giro a meta y veo en el marcador 9:58:XX no me lo podía creer!!!!, ¡¡¡voy a bajar de 10 horas!!!. La explosión de emociones en esos momentos en los que cruzas la meta sabiendo que has dado todo y que encima has logrado el difícil objetivo que te habías marcado no se puede describir con palabras…






Pero es que cuando ya consigo encontrar a Sergio, va y me dice que he quedado 10ª de la general y primera de mi grupo!, ¿en serio???. Y es que tuvo durante toda la carrera las RRSS a tope con el seguimiento (es una máquina, cómo se lo curró ;-)), pero yo siempre prefiero correr sin estar pendiente de esas cosas, que me gusta ir centrada en mi carrera. Pero por lo visto adelanté a la que iba primera en los 2 últimos kilómetros (sin yo ser consciente de eso, que ni la vi con tanta gente), así que estuvo emocionante hasta el final.


Y después de la emoción vino el dilema… ¿y qué hago con Kona??. Pero aunque para mí sea casi un sacrilegio renunciar a lo que siempre he soñado, se impuso la razón y, a 8 semanas, habiendo estado el año pasado, irme sola, tener que entrenar y correr otro IM, constándome un dineral y con el estrés familiar que iba a suponer organizar todo en tan poco tiempo, está fuera de toda lógica, así que renuncié a mi slot, no sin la “cosilla” de pensar si tal vez nunca más seré capaz de conseguirlo.



Y con esto cierro mi 5ª Ironman sin dejar de sorprenderme de lo que somos capaces de conseguir con esfuerzo, estudio y determinación, porque un Ironman, afortunadamente, es mucho más que nadar, pedalear y correr. Es entrenar bien sin lesionarte, manteniendo el equilibrio en tu vida personal y familiar, es superar un reto cada vez que sales a hacer algún entrenamiento clave, es adaptarte no solo a las distancias, sino también a la técnica y la posición, es forjar la mente casi más que el cuerpo con los duros entrenamientos, es meter gasolina de calidad a diario con la nutrición y buscar la fórmula de alimentación en carrera que te permita rendir al máximo sin problemas, es saber que el cuerpo tiene que estar preparado para lo que vas a hacer pero es la cabeza la que tirará de ti cuando las piernas te duelan tanto que te piden a gritos que pares, es algo tan grande que no puedes hacerlo sólo, sino que necesitas a un equipo a tu lado… y yo tengo a los mejores ;-).

jueves, 27 de julio de 2017

El "WHY"

He de reconocer que en los últimos años me cuesta muchísimo sacar un rato para leer, cosa que antes de ser mamá, sí que solía hacer pero, aunque ahora las prioridades son otras, sí que alguno consigo terminar (tras unos cuantos meses, eso sí ;-)). El último ha sido un libro que me pasó mi compi de trabajo alemán Christoph llamado “Start with Why”, de Simon Sinek, que muchos conoceréis por su famosa charla sobre los millenials (entre otras TED Talks y demás, muchas sobre este tema del "why").



Fundamentalmente habla de que en los negocios y la vida, aquellas personas o empresas que realmente tienen éxito, los líderes, son aquellos que hacen las cosas basándose en el “porqué”, en vez de en el “qué” o en el “cómo”. Éxito no en el sentido de tener más poder o ganar más dinero (o al menos no necesariamente), sino en ser capaces de inspirar a otros.

Se basa en la relación entre ese “porqué” y la parte más emocional de nuestro cerebro, la zona límbica. Es decir, lo que nos inspira no está localizado en la parte racional, el neocórtex, sino en esa zona límbica que es la que dispara las mariposas en el estómago ;-).

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Por ejemplo, habla bastante de Apple. Ellos no venden lo buenos que son sus equipos electrónicos a nivel técnico (bueno, al menos Jobs no se centraba en eso),  las capacidades que tienen o lo que son capaces de hacer, o cómo lo envuelven en un bonito diseño. Ellos lo que te venden es que tener un Apple te hace sentir especial. En que cuando abres tu Macbook o coges tu iPhone y sabes que los demás ven la manzanita, te sientes “cool”, como parte de una familia exclusiva (a mí no me miréis, que yo soy de Windows y Android ;-)).

Mientras estaba leyéndolo me venía a la cabeza que este nuestro deporte también tiene que estar ligado a esa parte emocional del cerebro (y que, además, empresas como Ironman, lo saben y se agarran a ello para ser líderes en este mercado... cómo les gusta tocarnos la fibra con sus vídeos, ¿eh? ;-)). No creo que haya nada racional en dedicarle tantas horas y tanto esfuerzo a algo que es nuestro hobby por algo que se pueda explicar con un razonamiento puro (salvo quizá en los profesionales, que no deja de ser su trabajo, así que imagino que muchas veces tienen que hacer cosas por lo que deben o tienen que hacer, no por lo que sienten).

¿Os habéis preguntado cuál es vuestro “WHY”?. ¿Por qué hacéis triatlón?. Buena pregunta, ¿eh?.

Pues una de las cosas buenas de pasar tanto tiempo entrenando sola es que tienes mucho tiempo para la introspección, y haciéndome esta pregunta, yo diría que tengo dos “whys”: uno más personal, más “hacia dentro” y otro que quizá lo considere parte de mi contribución a este Mundo.

El primero, el personal, es porque me empodera. Cuando supero una semana de entrenamiento, o consigo sacar un entrenamiento exigente, y no digamos cuando consigo cruzar una meta de una competición, me siento poderosa. Siento que soy capaz de lograr cualquier cosa. Y ese sentimiento, hace que suba mi autoestima. Hace que sienta que puedo superar cualquier obstáculo que la vida me ponga por delante o que, al menos, tendré fuerzas para luchar. ¿Sabéis lo importante que es eso para todos los aspectos de la vida?. Entre otras cosas, ayuda a tener una actitud positiva y, sin duda, contribuye a la felicidad.


Obviamente habrá mucha gente a la que le inquiete esa seguridad en mí misma y ese entusiasmo y piensen que soy una flipada. Pero bueno, no todo el mundo tiene por qué congeniar y probablemente a mí ellos me parezcan unos tristes, así que estamos en paz. Sin acritud ;-).

El otro día en el trabajo hicimos un seminario de actitud positiva y la formadora comenzó con un ejercicio. Teníamos que dividir una hoja en blanco en tres columnas y escribir en cada una: 10 cosas que me gustan, 10 habilidades que posea y 10 logros (que no tenían por qué ser grandes logros, no importa que fueran pequeños, pero cosas que te sientas orgulloso de haber conseguido). En menos de 5 minutos tuve las columnas rellenas, mientras que el resto de la gente en general estaba atascada, especialmente en la columna de los logros, no logrando pasar de 3 o 4. Sólo 3 de mis logros tenían que ver con el deporte directamente, pero sin duda contribuyen a tener esa visión general del esfuerzo, de luchar por lo que quieres y de sentirte orgulloso cuando lo consigues que se contagia al resto de tu vida, logrando tener esa actitud positiva como una capacidad propia.

Es más, creo que el ponerse al menos un objetivo (que sea SMART), establecer el plan de acción detallado para conseguirlo y luchar por ello debería formar parte de cualquier tratamiento psicológico en casos de baja autoestima o actitud negativa (si es que no lo es ya).



Mi segundo “WHY” tiene que ver con mi proyección hacia fuera. Creo que es importante contribuir de algún modo u otro a este Mundo. Se puede hacer de mil formas, con pequeñas cosas o cosas más grandes, pero la satisfacción que produce el poder sacar una sonrisa de alguien, o un pensamiento positivo, o ayudar a alguien a sentirse mejor o ese tipo de cosas es enorme, así que aunque sea algo “hacia fuera”, no deja de tener también su punto “egoísta”.

Y ese “porqué” tiene que ver con la inspiración. Ese es uno de los motivos de la existencia de este blog, o de que os cuente cosillas en las RRSS. Todos tenemos la capacidad de influir en nuestro entorno, para bien o para mal. El entorno hoy en día ya no se reduce a tu círculo social más directo, sino que el círculo de influencia se ha ampliado de manera notable a través de la tecnología. Pues a mí me gusta creer que, con estas cosas, he podido influir positivamente en alguien de mi círculo de influencia. 

Aquí estamos Sergio y yo "inspirando" a nuestros compañeros de Airbus en un evento corporativo hace un par de años


Y así definiría ese “porqué” como el que me encanta tratar de romper lo establecido. Hay muchas veces que nos ponemos barreras a nosotros mismos porque tenemos entendido que tiene que ser así. Por ejemplo. Cuando yo empecé en el triatlón, los compañeros que se dedicaban a la larga distancia nos contaban que para hacer Ironman tenías que entrenar unas 20 horas semanales, así que obviamente tenías que tener un trabajo y una condición familiar que te lo permitiera. Por eso yo, en aquel momento estudiante de Ingeniería de Teleco, entendí que nunca podría hacer IM y lo tomé como un axioma (de hecho antiguos compañeros aún me recuerdan que dijera eso ;-)). Pero el tiempo fue pasando y empecé a cuestionármelo… ¿y por qué no?, ¿y si podía?. Así que analicé las opciones, estudié un poco, establecí un plan y me puse a ello. El resultado ya lo conocéis.



Lo mismo ha pasado con otras cosas, entre ellas, con competir en élite en distancia olímpica habiendo empezado a nadar con 25 años, con “entrenar” durante el embarazo, con mantener una lactancia prolongada entrenando y compitiendo, con seguir haciendo triatlón y larga distancia tras ser madre, etc. Por supuesto no soy la primera ni la única (afortunadamente hay otras personas que, no sé si consciente o inconscientemente, también tienen este “porqué” y me han servido de inspiración en un momento u otro), pero sí que rompe con lo que muchas veces se da por sentado así que, si con ello consigo que alguien que se plantee algo así u otra cosa que también se salga un poco de los cánones o de la “zona de confort”, algo que le apetece hacer pero que cree que no será posible porque “no es lo normal” y se esté autobloqueando, se lo replantee y, al menos, lo ponga en duda, ya me doy por más que satisfecha. "Porque, si ella puede, ¿por qué no voy a poder yo?". La duda es el primer paso para romper barreras.

Tengo la inmensa suerte de que me consta que hay algunas personas con las que así ha sido y les agradezco enormemente que me lo hayan hecho saber, porque así una parte de “mi contribución al Mundo” se va dando por satisfecha y, volviendo a la felicidad y la autoestima, esto contribuye sin duda.

Y aquí termina este momento de reflexión de hoy. Espero no haberos movido a comeros mucho la cabeza con esto… o sí ;-).
 

martes, 20 de junio de 2017

Triatlón MD Salamanca

Llegaba al Triatlón MD de Salamanca con ganas e ilusión, pero con bastante incertidumbre tras unas semanas un poco atípicas a nivel competitivo. Primero porque, tras un par de temporadas sin competir en distancia sprint, retomaba esa distancia por partida doble, participando con mis compañeras de Ecosport en la Copa de la Reina (en la que al menos fui con la cabra en la bici jeje) y, el fin de semana pasado, en el Campeonato de España de Clubes en Pontevedra. En ambas competiciones me encontré bien y creo que mi rendimiento fue todo lo bueno que puede ser sin estar entrenando específicamente para esas distancias tan agónicas. Pero claro, poco indica esto de cómo estaría de forma para correr un half.
 
 Copa de la Reina (Águilas)
 
Campeonato de España de Clubes (Pontevedra)
 
Lo ideal hubiera sido debutar en media distancia en el Cpto. de España de MD en Pamplona, romper “el hielo” y ya haber ido a Salamanca con lecciones aprendidas y un puntito más de forma. Pero no… como sabéis, unas navajas malditas nos provocaron una intoxicación alimentaria que nos impidió poder tomar la salida. Además se trataba de una toxina neurotóxica, por lo que durante varios días nos ha provocado diversos síntomas (dolor muscular, dolor de cabeza, debilidad, etc) que han complicado bastante el entrenamiento.
 
Afortunadamente, en los últimos días ya parecía que la toxina había abandonado mi cuerpo, así que creí que podía hacer un buen papel, aún contando con que estaría Alba Reguillo, que seguramente me pasaría por encima al menos a pie, pero iba dispuesta a luchar lo que pudiera ;-).
 
Qué ciudad más bonita. Enamorados de Salamanca
 
Llegamos el sábado a Salamanca y apenas podemos probar la bici porque en la calle no se podía ni estar. Vaya puntería… ola de calor en junio y un half duro por delante. Tratamos de movernos lo menos posible para guardar fuerzas para el domingo y, tras una muy mala noche dando vueltas entre el calor y la alergia, nos levantamos, desayunamos lo poco que entra en el cuerpo (cosa rara, porque es nuestra hora habitual de desayunar y normalmente nos ponemos como el Kiko) y vamos para la salida. Cuando me apunté me alegró ver que salíamos a las 9:00, porque te evitas el madrugón, pero en esos momentos casi que hubiera preferido salir a las 7:00 con un poco más de fresco, ufff… pero quién iba a imaginarlo…
 
(Foto: El Norte de Castilla)
 
Sin más, nos metemos en el agua del río Tormes que casi parecía una bañera de lo calentita que estaba y dan la salida, primero de los chicos federados y, 2 minutos después, las chicas.
 
Espectacular la natación con ese fondo (foto: El Norte de Castilla)
 
 
Tras los primeros segundos, veo que estamos más o menos en paralelo otras dos chicas y yo. Una es Alba y la otra no la conozco. Pero cuando a los 400m aproximadamente empezamos a alcanzar al grueso de los chicos, ya las pierdo un poco y decido tirar por el exterior y hacer mi carrera.
 
(Foto: Salamanca 24 horas)
 
Todo va sin más problema hasta que en el giro de la primera vuelta empiezo a notar calambres en la planta del pie. Esto sí que es nuevo… Trato de controlarlos, pero llega un punto en el que me tengo que parar a estirar (hacia los 1200m), momento en el que me pasa Alba la pobre asustada al verme ahí paralizada… me ofrece ayuda, le digo que tire y me engancho a sus pies tratando de nadar sin mover nada las piernas, a ver si así podía terminar sin pararme de nuevo. Nunca me había pasado algo así y no tengo ni la más remota idea de cuál pudo ser la causa.
 
Me dicen que salgo 3ª del agua, transición (leeeenta) y a la bici.
 
(Foto: Salamanca 24 horas)
 
 
El día anterior fuimos a ver el circuito en bici y sabíamos lo que nos esperaba. Continuos sube-y-baja no muy largos, pero que se harían duros (nos salieron al final +900m en 80km). Buen asfalto (salvo un pequeño tramo, pero que no se hacía mal) y bastantes giros de 180º en conos con carretera estrecha. Pintaba divertido.
 
(Foto: Salamanca rtve al día)
 
Me mantengo un poco por detrás de Alba y me sorprende lo bien que está yendo en la bici, así que decido mantenerme ahí, ya que los vatios eran los que tenían que ser. Pero en los giros veo que viene otra chica con muy buena pinta justo detrás. Hasta que esta chica (Amaya, vi que ponía en su dorsal) nos sobrepasa e intenta meter tierra de por medio. Ahí intento recortarla, pero va muy fuerte y el calor empieza a apretar, así que Alba y yo intentamos que no se vaya mucho pero mi cuerpo empezaba a quejarse. Ya en la 3ª vuelta empiezo a notar mucho calor y el estómago se me empieza a cerrar… y en estas distancias, o comes, o mueres, así que intento tragar lo que puedo, pero se me quedó el 20% del bidón de geles sin terminar. Pienso, “bueno, ya iré comiendo los geles a pie”. Aaaay, ilusa…
 
(Foto: La Gaceta de Salamanca)
 
La última vuelta se me hace bastante bola, los vatios van bajando, y acuso la falta de kilómetros (si os digo que llevo 166km de media semanales de bici en las últimas semanas (155km/sem desde enero) alguno igual no se lo cree, pero es la realidad… desde luego, no me quejo, que saco petróleo con eso… bendito Powertap) y el calor que está pegando a esas horas ya de mediodía, así que sueño con bajarme a correr… claro, que no sabía lo que me esperaba.  
 
Me bajo 3ª a correr con el Joule marcando 160w medios y 0.8IF, que no es para tirar cohetes, pero tampoco está mal del todo. Sabía que Alba no podría terminar (ojalá salga muy pronto de esa lesión, porque se merece poder disfrutar de ese estado de forma tan bueno que tiene) y Amaya no tenía ni idea de cómo correría, pero sabía que no estaba demasiado lejos, así que confiaba con poder al menos luchar por la victoria, que no estoy corriendo mal (aunque os voy a ahorrar el trance de poner los kilómetros semanales a pie jeje).
 
La primera de las cuatro vueltas no llevo mal ritmo, pero noto que me arde el cuerpo y me duele la cabeza. Intento refrescarme en los avituallamientos, pero el agua está caliente y no ayuda mucho. En el paso por la primera vuelta ya voy con la bici de 1ª clasificada. Con el paso de los kilómetros voy flojeando y en el km 6,5 me fuerzo a tomar un gel 226ERS, que parece que me da un poco de vidilla, pero pronto me doy cuenta de que es un espejismo y me empiezo a marear, tengo naúseas y unas ganas imperiosas de tirarme al río cada vez que lo veo.
 
Pienso que tengo que seguir como sea, que Amaya la pobre va caminando y creo que por detrás (afortunadamente) abrimos bastante hueco en la bici. No podía abandonar yendo primera. Me daba vergüenza ni planteármelo, pero casi me apetecía que me adelantara alguien para poder sentirme menos culpable si desistía. Además el chico de la bici me iba animando el pobre como podía (¡gracias!!). Cada vez voy peor. Me paro en todos los avituallamientos un buen rato (cosa que nunca hago) y por tres veces saqué de mi bolsita un gel y lo volví a guardar porque me daban ganas de vomitar solo con mirarlo.
 


 
 
El panorama a mi alrededor era bastante desolador. Mucha gente caminando y lanzándose encima de las mesas de los avituallamientos de un modo desesperado. Casi parecía más un IM que un MD. Afortunadamente en mi 3ª vuelta el equipo de Yomaran Events puso en marcha los mecanismos de emergencia ;-) y llevaron a los avituallamientos botellas de agua en cubos de hielo y Coca-Cola… ¡¡Coca-Cola!! Nunca había tomado Coca-Cola en ninguna competición pero en ese momento era lo único que me pedía el cuerpo y yo diría que gracias a ella al menos pude continuar (no sé si llamaría a eso correr), cargando también con una botella de agua en la mano para ir refrescándome un poco.
 
Y, por fin, como en una nebulosa, veo al fin el arco de meta, que cruzo para desplomarme después en una explosión de emociones entre el alivio, la alegría, el dolor y el miedo y la incertidumbre ante lo que me espera dentro de un par de meses.
 
 
 
Si el sabor de esa meta fue agrio, con el tiempo se va volviendo dulce. Ganar, lo que sea, aunque hablemos del torneo de chapas de tu urbanización, nunca es fácil. Las demás triatletas han entrenado igual que yo para estar allí, han luchado contra el mismo calor, la misma distancia, las mismas cuestas. Haber podido llegar en primer lugar para mí es un honor, algo con lo que ni me atrevía a soñar hace unos años. Me siento orgullosa y agradecida de poder vivir esos momentos, de poder hacer lo que me gusta y vivirlo con tanta intensidad.
 
Mi más sincera enhorabuena, no sólo a mis compañeros de pódium, sino a todos los que logramos cruzar esa meta que tanto se resistía
 
También fue un regalo poder vivir una competición con Sergio (bueno, verle en la salida y luego cruzármele unas décimas de segundo, que iba como un tiro tanto en bici como corriendo… daba gusto verle), que eso para nosotros ahora es todo un lujo y hace muy especial cada vez que podemos compartirlo.
 
Antes de empezar, junto a parte de la expedición Diablilla (Foto: el Norte de Castilla)
 
Aún con las duras condiciones, es un triatlón muy recomendable. Se respira en cada metro el cariño con el que está organizado y el poder competir en esa bella ciudad es un lujazo. 
 
Ahora toca pegar un buen apretón estos dos últimos meses que me quedan para el Ironman de Copenhague, que a un IM no se puede llegar con alfileres si lo que quieres es disfrutarlo. Sé que será durillo, pero sé que puedo hacerlo.